La producción industrial de China disminuyó nuevamente en junio por tercer mes seguido, mostrando una baja en la demanda tanto local como internacional, lo que aumenta la anticipación de que el gobierno implemente más acciones para impulsar la economía. Esta continua desaceleración industrial ocurre en un ambiente de tensiones comerciales y arancelarias crecientes, que podrían empeorar la situación aún más.
Según los datos más recientes proporcionados oficialmente, el índice de gestores de compras (PMI) para el sector manufacturero alcanzó 49,5 puntos en junio. Esta cifra permanece por debajo de la barrera de 50, que distingue entre crecimiento y recesión. A pesar de que el resultado refleja una ligera mejora respecto al mes previo, cuando se registró en 49,1, continúa señalando una contracción del sector, el cual ha experimentado problemas para ganar impulso después de los esfuerzos de reactivación económica tras la pandemia.
Los analistas destacan que las fábricas chinas continúan enfrentando una demanda tambaleante tanto a nivel nacional como en sus principales mercados de exportación. La desaceleración de pedidos, sumada a la persistente presión deflacionaria y a la incertidumbre en torno a posibles nuevos aranceles por parte de países occidentales, especialmente Estados Unidos, ha mermado la confianza de los fabricantes, quienes muestran reticencia a expandir la producción o realizar nuevas inversiones.
A estos problemas se añaden los crecientes retos estructurales de la segunda economía más grande del planeta: un sector inmobiliario en dificultades, una recuperación lenta del consumo interno, altos niveles de deuda y el aumento de las restricciones comerciales a nivel mundial. El sector de manufactura, que durante años ha sido el impulso del crecimiento en China, enfrenta ahora diversas presiones que impiden una recuperación continua.
Frente a esta situación, se multiplican los llamados a que el gobierno central actúe con mayor determinación. A pesar de que se han adoptado varias medidas de ayuda, como la reducción de tasas de interés y el incentivo a sectores clave, la información indica que estos pasos no han bastado para cambiar el rumbo. Ahora se espera un conjunto de estímulos más audaz, que tal vez contemple incentivos fiscales, inversión ampliada en infraestructura y políticas para fomentar el consumo nacional.
Por otro lado, el segmento no manufacturero presentó un rendimiento más favorable. El indicador PMI correspondiente a servicios y construcción alcanzó los 50,5 puntos, superando el límite de crecimiento, aunque igualmente mostró una ralentización en comparación con el mes previo. Esta cifra indica que, aunque el área de servicios sigue aportando algo de impulso, no logra equilibrar completamente la fragilidad de la industria.
En el plano internacional, los riesgos arancelarios continúan siendo un factor de preocupación. Las advertencias desde Estados Unidos sobre la posibilidad de imponer nuevos gravámenes a productos chinos, particularmente en sectores vinculados a tecnologías limpias como vehículos eléctricos y paneles solares, generan incertidumbre entre exportadores e inversores. Esta tensión podría agudizarse en el contexto de un año electoral en EE. UU., en el que la competencia económica con China figura como uno de los temas centrales del discurso político.
La combinación de una recuperación frágil, presiones externas y desafíos internos complejos está configurando un panorama incierto para la economía china en la segunda mitad de 2025. Las decisiones que adopten las autoridades en las próximas semanas podrían ser determinantes para evitar un deterioro más profundo de la confianza empresarial y de las perspectivas de crecimiento.
Con el enfoque en el siguiente trimestre, los especialistas prevén que el gobierno podría intensificar sus herramientas de intervención, mientras trata de mantener el equilibrio entre la estabilidad financiera y el objetivo de incrementar la inversión y el empleo. En un mundo cada vez más interconectado, el desarrollo del sector manufacturero chino continúa siendo un indicador esencial para la economía mundial.
